Descripción de la ruta.

La excursión comienza en el apeadero de tren situado en la ciudad residencial de Perlora para dirigirse a Candás. Sus casas, hoy en día en un deplorable estado de abandono, sirvieron antaño como incipiente núcleo de turismo para la zona. Se entrará enseguida en el núcleo urbano de Perán para realizar lo que se ha dado en llamar “Ruta panorámica“ que comienza en el mirador de La Formiga divisando desde él bellos paisajes costeros. Con Candás a nuestros pies, se disfrutará de la panorámica de Isla Erbosa, cercana al Cabo Peñas, Luanco y Gijón. 

A continuación se llegará a La ermita de San Roque, fundada en el siglo XVI “por la piedad de los vecinos» así como por el temor a una nueva oleada de peste como la de la gran epidemia de 1399, es un recogido templo de clara influencia popular, aunque con motivos barrocos. Una vez en Candás que tiene su origen es la puebla de Carreño fundada a finales del s.XIII y cuya actividad económica ha girado siempre en torno a la pesca y a las conservas de pescado, combinándose con el turismo y el trabajo en las industrias de Gijón y Avilés, se podrá visitar el Museo de la Conserva sito en el centro mismo de la villa. La ruta continúa por las proximidades de la Iglesia-asilo de San Félix de Candás, donde se halla el famoso Cristo de Candás, encontrado en el s.XIV por un marinero candasín que cazaba ballenas en las costas de Irlanda y considerado desde entonces milagroso.

Candás cuenta con bonitas casas de indianos, como la que hoy en día alberga el Ayuntamiento, o el Museo Antón, pintor y escultor cuyas esculturas, tanto en piedra como en acero, pueblan la capital carreñense. Una vez aqui es muy recomendable degustar fresquísimas sardinas en cualquiera de los restaurantes del puerto, beber de las aguas de la fuente de Santarúa o tomarse un helado artesano en la Plaza Baragaña.

Después de pasar la Iglesia, en el desvío del cementerio, se abandonará la carretera para adentrarse en la senda costera del norte que, aunque más costosa en su pedaleo, brindará unas excepcionales vistas de la mar amenizadas por el constante arrullar de las olas golpeando las rocas. De vez en cuando se retomarán la carretera y la senda, siempre buscando el terreno más favorable y más bonito. Se dejará Antromero, para dirigirse a Luanco y después a Bañugues por la PR.AS-257; este sendero será el que conducirá hasta el Cabo Peñas y posteriormente hasta Verdicio.

Antes de llegar a Luanco se podrá visitar la playa de Aramar, con una edificación en una pequeña isla a la que sólo se puede acceder andando cuando hay marea baja: la capilla de la Virgen del Carmen. Luanco es un importante núcleo turístico pero con hondo peso marinero; prueba de ello es el Museo Marítimo de Asturias. También es importante en esta villa la Iglesia de Santa María (siglo XVIII), así como el palacio de Menéndez Pola y la Torre del Reloj (año 1705), que en su día fue torre de vigilancia, cárcel y almacén. Se dejará Luanco tomando la dirección Muniellos y La Matiella y,  una vez en Bañugues,  se cogerá el desvío hacia Fombona siempre siguiendo las indicaciones Ferrero y Cabo Peñas de la senda anteriormente mencionada.

El Cabo Peñas, faro construido  para la navegación en 1852, destaca en clave natural, por la importancia de los ecosistemas de matorral de la zona así como por la numerosa colonia de gaviotas anidada en la Isla Erbosa, al norte del cabo. Pero antes de llegar… ¿Por qué no una breve parada, a la ida o a la vuelta, en el mirador de Les Talayes para disfrutar del litoral con vistas del oeste de Peñas? Una vez visitado el mirador, se retomará la PR.AS-257 que pasa a ser asfalto y en bajada. De camino veremos a nuestra izquierda la peculiar iglesia de San Cristóbal, en Verdicio.

Una vez abajo, en el cruce con la carretera GO-9, se seguirá la indicación “Urbanización” para disfrutar, si el tiempo lo permite, de un baño en la playa de Verdicio antes de continuar ruta.

Después de abandonar la playa, y tras dejar atrás definitivamente la PR.AS-257, se seguirán ya hasta el final de la ruta carreteras locales hacia el interior, concretamente en dirección a Susacasas, pasando por Oviés y, dejando la costa atrás. Es recomendable rellenar de agua los bidones al pasar por la fuente de Fombona.

Tras unos pequeños desniveles se llegará a la comarcal AS-238, donde por momentos se pedaleará en dirección a Vioño para, posteriormente, girar a la izquierda a la altura de la sidrería «La Robesa». En este punto conviene extremar la precaución ya que es una carretera con el tráfico y no hay arcén. Comenzarán las subidas al alto del Busto primero y al monte La Cazonera después que conducirán a Zanzabornín. Ya en pueblos de la “ruta clariniana” (por estos lares vivió Doña Berta, protagonista de la novela de Clarín), y continuando la ruta por las tierras de los González-Pola, se podrá ver el Palacio-Torre de El Regueral que data del siglo XIX y se alza sobre una antigua casería levantada por Pedro Fernández de Luanco. El Palacio cuenta con capilla propia anexa desde 1913 y en la pared de la cara norte pueden verse una Piedra de Armas con los blasones de González-Pola y otra en la que está grabada haciendo gala de ironía la siguiente leyenda encabezada por una pequeña cruz:

“Año de 1811. La Gracia del Espíritu Santo sea con nosotros. Fue edificada por mi dueño Don Tomás González-Pola, regidor perpetuo, que lo heredó de su antepasada Doña Catalina Fernández en testamento de este año, el peor que veo después del VI.”

Dicha frase hace alusión a la mala época que se vivía pues, en esas fechas, Asturias estaba en plena guerra de la Independencia a lo que hay que sumar acontecimientos como que el regimiento Asturias combatía con dureza en León y, aunque seguramente los constructores de la torre no se referían a ello, el 27 de noviembre también muere el ilustrísimo Jovellanos.

Técnicamente, pedalear por el valle de Zanzabornín es bastante agradable; ya no hay tanto desnivel «rompe-piernas” y antes de darse cuenta se llega a Candás, fin de nuestro recorrido.